La primera infancia es la etapa idónea para estimular el desarrollo ya que en los primeros seis años, se forma entre el 80 y 85% del total de conexiones neuronales, y éstas son las que se podrán utilizar en el desarrollo posterior de los niños.
Invertir en educación temprana promueve equidad, justicia social, y productividad en la economía. Aquí la importancia de invertir en prevenir y no en tratar de corregir o castigar, ya que problemáticas como: la deserción escolar, la delincuencia, o problemas de aprendizaje, entre otras, pueden ser disminuidas considerablemente si se trabajan desde la primera infancia.